La aplican en regiones donde la lluvia es escasa y los acuíferos subterráneos son salinos. El caso de un productor ganadero en Formosa.
Suele hablarse del suelo argentino como uno de los más fértiles del mundo. "Tirás una semilla y crece lo que vos quieras", se repite en algunos ámbitos. Sin embargo, la realidad devuelve una imagen muy diferente. En la provincia de Formosa, por ejemplo, como no hay agua dulce en el subsuelo, hay que fabricarla. ¿Cómo? A través de una técnica tomada de las colonias menonitas del Chaco Paraguayo, que desde hace tiempo se las ingeniaron para hacerle frente al serio déficit hídrico de la zona.
El sistema se lo conoce como "cosecha de agua" y consiste en la construcción de grandes represas impermeabilizadas para captar el agua de lluvia. Luego, con la ayuda de diversas tecnologías, se la lleva hasta los distintos potreros o lotes donde se desarrolla la producción ganadera.
Juan Hagen es veterinario de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Actualmente se desempeña como gerente de producción de una empresa que explota un campo en Chiriguanos, al oeste de Formosa, que posee una hacienda de 1.500 cabezas. En diálogo con Agrofy News, transmitió su pasión por un tema en el que se mostró como pionero y gran conocedor. "En estos años generó mucho interés", aseguró.
"El campo no es todo generación espontánea. Hay que planificar, presupuestar, invertir, producir y luego viene la renta. Nada es gratis", sostuvo Hagen, que en 2010 construyó una represa con capacidad para 48 millones de litros, obra que encararon luego de una visita a las comunas menonitas de Filadelfia y Neuland.
"Implementamos un sistema de taipas, que ayuda a que el agua escurra rápido y genere volumen en la represa. Una vez con el líquido allí, pusimos bombas que la llevan hasta un tanque austrliano colocado sobre un terraplén. Desde allí, por el principio de gravedad y a través de un sistema de cañerías, va a cada potrero y se suministra agua a los animales", explicó.
Para el profesional de la UNICEN, la inversión realizada es prácticamente "todo ganancia", si se tiene en cuenta que sin ella la producción sería imposible. Entre movimiento de suelo e insumos, se requirió en su caso unos 7 millones de pesos, a valores actuales.
Además de las escasas precipitaciones (en Chiriguanos ronda los 600 mm), el problema de la zona tiene que ver con el déficit de agua potable en el subsuelo. Al igual que en otras áreas, los acuíferos subterráneos son salinos, con cantidades que triplican o cuatriplican los máximos tolerables.
Experiencias como las de Hagen se repiten en otras provincias de la región, como por ejemplo Chaco y Santa Fe (al norte). En esta última, la propia Universidad Tecnológica Nacional (UTN) tenía en marcha cinco unidades piloto en los departamentos 9 de Julio y San Cristóbal.
“El potencial de agua de lluvia que cae sobre un predio es enorme. Por cada milímetro caído estamos hablando de 10.000 litros de agua por hectárea con prácticamente cero de salinidad. En período de extensa sequía, los suelos absorben la totalidad del agua caída y lluvias de 40 o 50 milímetros no se aprovechan; se trata de un potencial de 500.000 litros por hectárea y la lluvia se evapora", descibió oportunamente Carlos Nardín, a cargo de la iniciativa.
Fuente: Agrofynews
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