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Con la eliminación del peso mínimo de faena, se armó el debate: ¿Es un alivio o un riesgo para el negocio cárnico argentino?

  • Foto del escritor: Alejandro Bardini
    Alejandro Bardini
  • 18 jun
  • 3 Min. de lectura
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El gobierno decidió eliminar el peso mínimo de faena, medida que llevaba varios años de vigencia y que supo generar muchas controversias en épocas de un estado interventor, que la gran mayoría de las veces perjudicó a las cadenas productivas.


Ahora el péndulo va hacia el otro lado, y por eso se toma esta medida de la que ya estaban advertidas las entidades de la producción. Algunas de ellas la ven con buenos ojos, mientras aguardan por la eliminación de restricciones adicionales, pero también están los que consideran que la modificación es negativa.


Carlos Odriozola, de la Comisión de Carnes de Sociedad Rural Argentina (SRA), dijo que “esta eliminación va en línea con tener una cadena ganadera con menos regulaciones”, y que “apoyamos estas y otras medidas que sirvan para desburocratizar al sector”.


Luego, agregó: “Creemos que la ganadería hoy atraviesa una situación que podrá generar inversiones y más oferta, tanto en el mercado interno como en el externo. Estas medidas van en ese sentido”.


Juan Eiras, feedlotero y directivo de la Cámara de Feedlot, consideró que la decisión oficial es positiva, ya que va a permitir más alternativas productivas.


“El engordador al que le costaba llegar a los 320 kilos ahora podría terminar hacienda con 280/290 kilos. Es positivo que se avance en el camino de la desregulación, pero hace falta que esta medida se continúe con otras que requiere el sector”, sostuvo el productor, aclarando que se trataba de una opinión personal.


En esta línea, Eiras destacó la necesidad de que se incentive el agregado de kilos: “La exportación se queja de que no hay novillos y cuánta razón tiene. Para que eso suceda, el incentivo es el precio y para que el precio mejore hay que quitar los derechos de exportación que son de 6,75% para la carne de esa categoría”.


A continuación, indicó que se tienen que tomar otras medidas impositivas: “Es necesario corregir el impacto del impuesto a las ganancias sobre el sector. No se puede cobrar ese tributo sobre la tenencia de hacienda cuando no se sabe si uno va a ganar plata”.


En la vereda de enfrente, los que se manifestaron en contra fue los exportadores de carne vacuna, que temen que la medida favorezca la producción de hacienda más liviana y, por lo tanto, que haya menos ganado recriado con posibilidades de transformarse en futuros novillos, que son los que se necesitan para atender a los clientes internacionales.


Mario Ravettino, presidente del consorcio de Exportadores ABC, dijo que la postura institucional de esa Cámara “siempre fue a favor del peso mínimo de faena”.


“Creemos que es necesario fomentar el agregado de valor en cada animal que se produce, para que toda la cadena sea más eficiente y para que por unidad procesada se obtengan más kilos de carne”, sostuvo.


Desde que el gobierno de Néstor Kirchner comenzó a intervenir el mercado ganadero en 2005, con controles de precios en la hacienda, y en 2006, con la suspensión de las exportaciones, la producción de novillos se vio desincentivada. A cambio, los ganaderos optaron por producir animales más livianos para atender al mercado interno. Así, a los exportadores se les hace cada vez más complicado hacerse de novillos, cuya carne paga además 6,75% de retenciones cuando se la quiere vender al extranjero.


Bichos de Campo

 
 
 

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