Un estudio realizado por la Facultad de Agronomía de la UBA descubrió que las noches más cálidas para el trigo resultan en granos de mejor calidad.
El trigo es uno de los cultivos de invierno más importantes de la Región Pampeana. En las últimas décadas, esta región registró un aumento sostenido de la temperatura media, por lo cual resulta muy importante conocer de qué forma este factor afecta su cultivo.
Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizó el impacto del aumento de las temperaturas nocturnas en la calidad del grano de trigo a partir de algunos parámetros especialmente relevantes para la industria panificadora. Entre los principales resultados, el equipo de investigación observó un aumento en la calidad del grano que, a su vez, se traduciría en un pan capaz de satisfacer a los paladares más exigentes.
La investigación se centró en la calidad comercial e industrial del grano de trigo, es decir, evaluó los aspectos relevantes para la producción de panificados. “Existen diversos parámetros que determinan la calidad. Uno de los más importantes es la cantidad de gluten que contiene el grano”, explicó Víctor Giménez, docente de la Cátedra de Cerealicultura de la FAUBA.
Y añadió: “El gluten es el componente de la harina de trigo que permite retener los gases cuando se produce la fermentación. Por ejemplo, cuando hacemos una pizza casera se produce dióxido de carbono, y el gluten lo retiene en el proceso de leudado. El resultado es un pan más esponjoso y con mayor volumen. Por esto, un mayor contenido de gluten está asociado a una mejor calidad a la hora de hacer panificados”.
Experimentando en la noche
“En el experimento provocamos aumentos controlados de las temperaturas nocturnas para simular el fenómeno climático que está ocurriendo en la Región Pampeana. Para eso, diseñamos unas carpas con una estructura metálica y cubiertas con polietileno, equipadas con unos caloventores similares a los de uso doméstico”, indicó Giménez.
Esos caloventores, según explicó el docente, se conectaron a un sistema de sensores que medían la temperatura exterior y a un controlador que regulaba la temperatura interna de la carpa para mantenerla alrededor de 3 °C por sobre la temperatura externa. “Lo que hacíamos era colocar las carpas en las parcelas a las 7 de la tarde, y al otro día, a las 7 de la mañana apagábamos los caloventores y retirábamos las carpas. Así logramos aumentar las temperaturas durante la noche sin modificar las máximas durante el día”, explicó.
Por otro lado, realizaron el experimento en dos momentos específicos del desarrollo del cultivo. Uno fue el conocido como ‘período crítico’ -cerca de la floración-, que es cuando se define la cantidad de semillas que producirá cada planta; otro fue la etapa de ‘llenado del grano’, que es cuando queda determinado cuánto crecerá cada semilla.
Fuente: Mitre y el Campo
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