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Los datos de enero confirman proyecciones a favor del sector


El año comenzó con un salto en las exportaciones, que habrían superado las 100 mil toneladas equivalente carcasa. La faena se redujo 3% y se prevé una mayor retención para terminar animales más pesados. También hay desafíos para toda la cadena: una inflación que no cede, un tipo de cambio desfavorable y el deslucido margen de los negocios externos.


Los datos preliminares de exportación de enero asoman como un buen aliciente para la ganadería en este 2024. De acuerdo a los certificados sanitarios con destino al exterior emitidos por el Senasa, las colocaciones habrían pegado un salto bastante significativo el mes pasado, superando las cien mil toneladas equivalente carcasa. En lo inmediato, puede ser tomado como un indicativo del cambio que registra el negocio a partir de la asunción del nuevo Gobierno, aunque aún quedan obstáculos que sortear.


Partiendo de esta base, seguramente el año podrá alcanzar un récord histórico en colocaciones. Por lo pronto, confirma nuestra previsión de que en 2024 las exportaciones, por lo menos, van a repetir el nivel casi récord del año pasado, solo superado por el año 1924, nada menos que 100 años atrás.


Sin embargo, es importante señalar que la suba de los embarques se está dando a pesar de que las operaciones de exportación son insatisfactorias desde el punto de vista de los resultados económicos. Es que más allá del avance que tuvo el tipo de cambio en estos dos primeros meses de gestión, el valor de la hacienda ha quedado desfasado con respecto a nuestros competidores inmediatos: los países del Mercosur.


Entonces, ¿a qué obedece este desempeño? En parte a que el mercado internacional, pese a tener cotizaciones bastante deprimidas, está demandando mucho volumen. China sostiene importaciones en tonelajes muy importantes y este año se encamina a repetir sus compras del año pasado. Otros mercados como Europa, Israel, Chile y EE.UU., también están importando carne desde la Argentina y otros proveedores.


Por supuesto, estas colocaciones no serían posibles sin la, lamentable, depresión de la demanda interna que ya arrastra muchos meses de fatiga por los reiterados incrementos de precios del año pasado, con picos en los meses de febrero, agosto y diciembre. Este último, recordemos, hizo que el precio promedio semanal del novillo en Cañuelas alcanzara un récord histórico. Esta situación, junto a la pérdida del poder adquisitivo por la inflación general, hace que la debilitada demanda de los consumidores favorezca las ventas al exterior.


Los precios de la hacienda


Mientras tanto, el valor del ganado medido al tipo de cambio mix al que accede la industria para liquidar divisas (80% del mercado único de cambios y 20% de dólares financieros), ha estado incrementándose en este 2024. A fines de diciembre hubo un fuerte alineamiento en todas las cotizaciones de la hacienda del Mercosur, pero a lo largo de enero la Argentina se despegó quedando un 16% más alto que el promedio ponderado de sus vecinos.


En términos de mercado internacional es una diferencia muy grande que a la larga puede significar un escollo para continuar esta mejora exportadora. No se pueden arrastrar negocios malos durante mucho tiempo.


¿Qué puede pasar con la cotización del dólar en adelante? Es difícil proyectar la situación actual de manera permanente, la altísima tasa de inflación que todavía tiene la Argentina hace que sean esperables cambios. Y si bien el gobierno ha hablado de mantener un sistema de devaluación del orden del 2-3% mensual durante los próximos meses, parece difícil que este propósito se pueda conseguir dada la muy alta inflación de diciembre y la de enero, y la perspectiva de que esto se repita en febrero y marzo.


En otras palabras, aunque la inflación ceda un poco del 20% mensual, igualmente se mantendría en niveles extremadamente altos que hacen de muy difícil concreción esta promesa de suavísima devaluación del dólar oficial.


La nueva fase del ciclo ganadero


Otro dato útil para proyectar este 2024 es el de la faena de enero, que registró una caída interanual del 3%, marcando el segundo mes consecutivo con este movimiento, después de un largo periodo de más de un año de crecimientos.


Se confirmó que las vacas no bajaron, aunque aumentaron solamente un 3%, mientras que descendieron las otras categorías importantes: novillos, novillitos y vaquillonas. En tanto, la participación de hembras bajó en dos puntos porcentuales, al 46%, llegando al nivel más bajo de los últimos once meses.


Son todos elementos indicativos de que esta inflexión en el ciclo ganadero -entrando en una fase de menor faena- que venimos pronosticando desde mediados de año, avanza de manera firme. Y esto permite prever que la faena de este año va a ser un poco más baja que la del 2023.


Es esperable que los productores continúen en la misma línea que están mostrando en los últimos años, tratando de conservar su capital, su patrimonio, en hacienda. En la medida en que el clima acompañe y no haya crisis en materia de forrajes, especialmente de pasturas, van a tratar de terminar animales más pesados que los acostumbrados. Y esto también está alineado a la menor faena esperada.

El dato de las entradas a feedlots durante enero, que marcan una caída de terneros y de terneras con respecto al 2023, también sirve como indicio de que los productores quieren echarle más kilos a los animales.


Esta idea es apoyada asimismo por el número de animales que salieron de los campos de cría: unos 512 mil terneros y terneras, 14% menos que en enero pasado cuando, producto de la seca, fueron 596 mil terneros.


La “isla” ganadera


Una menor producción de carne, unida a exportaciones sostenidas, o inclusive un poquito más altas, y un poder adquisitivo que difícilmente pueda recuperarse este año, potenciarían la caída del consumo, algo que también es consistente con la situación económica general de la Argentina.


Con este escenario, parecería que a diferencia de lo que sucedía el pasado, los animales jóvenes y livianos para el consumo interno tendrán un atractivo menor que los más pesados, susceptibles de ser demandados por la exportación.


Estos movimientos y cambios que prevemos para el año recién iniciado serán suaves, como sucede con la mayoría de las variables ganaderas.


En síntesis, pese a una visión algo pesimista que tenemos sobre el desempeño de la economía general argentina para este año, creemos que la toda la cadena de ganados y carnes podrá seguir manejándose en una “isla” de mayor atractivo y entusiasmo. Del esfuerzo conjunto de productores e industria dependerán los resultados.


Por Lic. Miguel Gorelik, Director de Valor Carne

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