No existen fórmulas secretas para tener grandes logros en la vida. Todo es parte del esfuerzo, del trabajo constante, de la perseverancia y la dedicación y, además, de la valentía para emprender una y otra vez. Para Carlos Mario Laborde, tercera generación de productores agropecuarios, a eso se le debe sumar una fuerte apuesta a la innovación. Su historia con el campo viene heredada de su abuelo y de su padre, que además tenían frigoríficos y carnicerías, por lo que trabajaban en todo el ciclo productivo de la carne que él continuó. Pero cinco años atrás, en el 2016, Laborde, con su faceta emprendedora a pleno, decidió incursionar, primero como “hobby”, y luego de manera profesional, en el sector ovino. Para ello, eligió a la raza Hampshire Down, por su característica carnicera para comenzar con una majada pequeña en pleno corazón de la región núcleo del país: Rojas, en la provincia de Buenos Aires.
En 25 hectáreas, con un manejo intensivo, empezó su proyecto ovino y llamó a su cabaña El Harem, porque por ese entonces solo lo acompañaban su madre, su mujer y su hija (aunque años más tarde nacería su hijo varón).
Días atrás y con la presencia de compradores locales y de países vecinos, celebró su primer remate ovino, con 86 animales puros de pedigree y puros controlados, donde una borrega suya hizo el precio récord histórico y absoluto de la raza: un cabañero paraguayo pagó $6 millones, unos US$60.000 oficiales.
En diálogo con LA NACION, Laborde contó que, si bien sabía que ese animal iba a hacer un buen valor, nunca imaginó que alcanzaría esa cifra. “Era nuestro primer remate. Estaba seguro que los productos que sacaba a venta se iban a defender solos porque la preoferta ya nos indicaba buenos valores, pero igual tenía mucha incertidumbre y miedo”, dijo el productor.
Según comentó, se armó una gran disputa entre dos establecimientos extranjeros, donde la cabaña paraguaya Don Beco, de la familia Vera, resultó ser finalmente la compradora.
“En la pelea también estuvieron dos cabañas uruguayas, Nuestro Sueño, de Nuñez, y San Francisco, de Patricio Capandegui, que habían marcado el animal el día anterior, cuando anduvieron recorriendo los distintos lotes en los corrales. La hembra del récord era una tapada del remate, que poseía buenos DEPs (diferencias esperadas en la progenie, un indicador para medir aptitudes), era muy femenina e hija de un animal neozelandés con muy buena genética que se murió en 2018 y dejó poca descendencia. El remate se calentó de manera impensada e inexplicable, a un punto que el animal se iba con quien estaba dispuesto a pagar lo que sea”, puntualizó.
Sin embargo, no solo la borrega tuvo un excelente precio, todos los animales a venta se negociaron con un promedio superior a los $550.000. “Un carnero se vendió a $2,7 millones y varios animales se pagaron más de un millón de pesos cada uno. Los machos puros de pedigree alcanzaron un promedio de más de $1.300.000 y las hembras se vendieron también a más de un millón de pesos. La subasta entera nos sorprendió a todos, fue un verdadero éxito. De los 86 animales vendidos, 20 se van a cabañas de Brasil, Uruguay y Paraguay”, indicó.
Los inicios
En un principio y, mientras construía las instalaciones en el lugar, como ser alambrados, manga y corrales para las ovejas, comenzó a comprar líneas de sangre nacionales. Al no obtener eso que buscaba con la raza, decidió salir a recorrer las mejores cabañas del mundo.
Llegó al Reino Unido y allí visitó las regiones de Gales, Edimburgo y Escocia, donde nació la raza y así poder incorporar genética de primer nivel. Sin embargo, por protocolo sanitario, estaba impedido de traérsela al país, por lo que viajó a Nueva Zelanda para conocer otras cabañas de renombre.
“En Nueva Zelanda surgió una veta más al proyecto original: se presentó la posibilidad de tener una sucursal de mi cabaña en ese país y convertirse en un punto para vender genética cara negra nuestra a mercados que, desde la Argentina, por cuestiones sanitarias, no podríamos entrar, como Colombia, México y hasta China. Acá, solo tenemos protocolo vigente con Uruguay, Brasil y Paraguay, que son los países del Mercosur”, señaló.
Fue así que la genética adquirida en el Reino Unido la llevó a Nueva Zelanda, que se convirtió en el puente para poder traer en forma directa esa descendencia. “Tuvieron que pasar tres años para poder hacerlo”, describió.
En la actualidad, la cabaña, con un esquema de cría muy intensiva, tiene 800 vientres en pasturas, con suplementación. Además, se utiliza técnicas de vanguardia para mejorar los índices productivos y de preñez de la hacienda. Posee un laboratorio biotecnológico propio, donde se realiza inseminación, transferencia y vitrificaciones de embriones.
Como nuevo proyecto a futuro, Laborde busca comenzar a producir Beltex, una raza ovina aun poco conocida en el país, que según describió posee un mayor rendimiento que los cara negra. “El cruzamiento de Beltex con Hampshire Down tiene grandes mejoras de rendimiento y una gran calidad de carne”, indicó.
La vara se puso alta sola, donde ahora hay que trabajar duro para mantenerla. Desde que arrancó, decidió no participar de exposiciones hasta no encontrar la línea de animales que lo represente. “Uno puede darse a conocer de un montón de maneras, sin necesidad de un premio. Me remito a los hechos, la chapa se puede obtener de otro lado, mostrando, a través de las redes sociales la forma y el profesionalismo con el que se trabaja en la cabaña”, aseguró.
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