En los dos últimos años, la comercialización de picadoras cayó por variables como la sequía y la falta de acceso al crédito. Para 2025, desde Claas esperan que se dupliquen las ventas, debido al mejor escenario de financiamiento y otros factores favorables.
Cada año, el mercado argentino de picadoras forrajeras comercializa entre 40 y 50 unidades, número que en los dos últimos ejercicios se vio afectado por el impacto de la sequía y la falta de acceso al crédito, entre otros problemas.
La caída en las ventas fue considerable, con un recorte que llegó a casi el 50% durante el año pasado. Pero la campaña de granos 2024/25 llega con algunos cambios y las empresas se ilusionan con recuperar el ritmo perdido y crecer con respecto a los dos últimos ciclos agrícolas.
En el marco de un evento organizado por la firma Claas en la localidad santafesina de Sunchales, Dietmar Ruehe -presidente de la firma en Argentina- analizó cuales son las perspectivas para este sector, en donde se alternan señales favorables y algunos semáforos amarillos a los que se deberá prestar atención.
La firma de capitales alemanes celebró el 50° aniversario de su emblemática picadora Jaguar.
“Los últimos dos años fueron complicados, con un bajo volumen del mercado. En 2022 fue más que nada por la sequía que golpeó fuerte y el año comercial que cerró ahora en junio 2024 fue complicado, porque había mucha incertidumbre en los primeros meses”, sostuvo.
En este punto, reconoció que la falta de acceso al crédito afectó la operatoria, porque tanto productores como contratistas no contaban con la liquidez suficiente para afrontar la compra de picadoras.
“Este año vemos señales claras de recuperación, hay ofertas de crédito y vemos que los números bajos del mercado de los últimos años se reflejan en una necesidad de renovación”, remarcó Ruehe. Este último punto no es menor y es un problema en común que atraviesa rubros de la maquinaria como el caso de cosechadoras.
Las picadoras y la renovación del parque
“Notamos que hay un interés en aumento para la renovación, porque el parque de maquinarias está un poco obsoleto. En el caso de picadoras, cada cinco años es un ciclo óptimo de renovación, para evitar reparaciónes grandes y también para un tener un efecto impositivo óptimo”, reconoció.
Este ciclo de recambio sería el ideal, que equivale a unas 5.000 horas de trabajo. “Esto no se fue cumpliendo en Argentina, hay máquinas más antiguas. Pero nosotros vemos que hay mayor interés, a partir de la disponibilidad de financiaciones y el interés de ponerse al día con la tecnología”, consideró.
El titular de Claas Argentina remarcó que esta tendencia es más visible sobre todo en el negocio de cosechadoras.
En este caso, se trata de clientes de pequeña escala que compran máquinas usadas para trabajar, mientras que en el caso de picadoras se trata de contratistas que trabajan en grandes superficies y necesitan estar actualizados con la tecnología.
Otro dato que no pasó desapercibido para el negocio de los fierros fue el impacto de la chicharrita. “Nos afectó en cosechadoras, la demanda bajó. En el caso de las picadoras el impacto fue menor, porque está el sorgo”, afirmó.
En el rubro de picadoras, si se venden entre 40 y 50 unidades al año se trata de un mercado sin sobresaltos y para hablar de un año extraordinario, se deben comercializar cerca de 70 unidades. Ruehe destacó que el negocio ofrece “señales claras” y esperan que para el próximo balance comercial -que cerrará en junio 2025- se duplique la venta de picadoras.
De cumplirse este pronóstico, se pasarán de vender 25 unidades en el ciclo comercial 2023-2024 a un número que oscilaría entre 50 y 55 máquinas.
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